La soberanía digital empieza en el punto final, no en la nube

18. julio 2025
Glass globe on a keyboard with Ethernet cable – symbolizing digital sovereignty, device-level control, and independent IT infrastructure.

En el discurso público, el término «soberanía digital» se equipara a menudo con la infraestructura en la nube. Pero la verdadera soberanía empieza en un nivel mucho más fundamental: con el pleno control sobre los propios sistemas, desde el hardware hasta el software. Las organizaciones que dependen únicamente de la infraestructura europea en la nube pueden pasar por alto un aspecto crucial: sin control autónomo sobre los sistemas operativos, los dispositivos, la distribución de software y los canales de comunicación, cualquier infraestructura sigue siendo una mera fachada.

La autonomía técnica requiere sistemas controlables

En la actualidad, muchas empresas están eliminando gradualmente plataformas como Microsoft 365 o Google Workspace para cumplir los requisitos normativos o reducir las dependencias estratégicas. Sin embargo, incluso después de migrar sus servicios principales, hay un área que sigue sin abordarse en gran medida: el punto final.

macOS requiere un ID de Apple para acceder a la funcionalidad completa, y Windows 11 es casi inutilizable sin una cuenta de Microsoft. Es posible bloquear funciones específicas a través de actualizaciones, a menudo en función de la región o el perfil del usuario. Los sistemas operativos móviles como iOS o Android están estrechamente vinculados a sus respectivos servicios en la nube.

Estos posibles «interruptores asesinos» suelen ser invisibles, pero existen. Y hacen que cualquier infraestructura informática global sea vulnerable si los dispositivos subyacentes pueden controlarse desde el exterior.

Comunicaciones y redes: Las dependencias ocultas

La soberanía digital no se detiene en el punto final. La infraestructura de comunicaciones y redes suele gestionarse externamente. Una interrupción de Microsoft Teams o Zoom, incluso temporal, tendría consecuencias operativas inmediatas para muchas organizaciones. Muy pocas empresas utilizan sistemas de comunicación independientes y autoalojados.

Otro riesgo subestimado: los componentes de red de proveedores como Ubiquiti o TP-Link solo pueden configurarse a través de portales en la nube. Si se bloquea el acceso -ya sea por tensiones geopolíticas o por políticas del proveedor-, esos sistemas se vuelven inmanejables. Incluso el hardware empresarial de Cisco Meraki o Fortinet depende cada vez más de la nube, y a menudo carece de opciones de configuración local. Puede que el hardware siga ahí, pero es inútil sin acceso remoto.

Qué significa realmente la soberanía digital

La verdadera soberanía digital es más que el alojamiento regional. Se trata del control total de cada capa técnica, desde el hardware hasta la aplicación. Los requisitos clave son:

  • Sistemas operativos que no puedan restringirse o desactivarse a distancia
  • Dispositivos que sigan siendo totalmente gestionables sin registro obligatorio en la nube
  • Sistemas de comunicación que funcionen independientemente de plataformas externas

Estos objetivos son técnicamente alcanzables: mediante sistemas operativos basados en Linux, distribuciones alternativas de Android, plataformas de comunicación de código abierto como Matrix o Jitsi, e infraestructuras de red con capacidad de configuración local. No se trata de abandonar por completo las soluciones convencionales, sino de construir una arquitectura que siga siendo funcional frente a fallos o restricciones externas, incluidos el firmware, los procesos de arranque y los servicios de plataforma.

La autonomía técnica es el verdadero punto de referencia de la soberanía y la base para que el cumplimiento de la normativa sea significativo. Aquí es donde muchas estrategias reguladoras actuales se quedan cortas.

Cumplimiento formal frente a control real

Normativas como el GDPR, la Directiva NIS2 o la Ley de Resiliencia Operativa Digital (DORA) exigen transparencia, protección del acceso y trazabilidad. Existen requisitos similares en la Ley de Protección de Datos revisada (revDSG) de Suiza y en la LOPDGDD de España.

Pero en la práctica, estas normas siguen siendo frágiles mientras los componentes básicos -como los clientes, los sistemas operativos o los canales de comunicación- estén controlados técnicamente por proveedores no europeos.

El informe«EuroStack» del AI Now Institute lo pone claramente de manifiesto: más del 80% de la infraestructura digital europea depende de tecnologías no europeas. Bitkom añade que el 76% de las empresas alemanas siguen utilizando componentes informáticos básicos no europeos, a pesar de contar con centros de datos locales.

La geografía por sí sola no basta. La verdadera soberanía requiere independencia técnica.

Orientación arquitectónica para estructuras informáticas resistentes

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Nuestros expertos combinan sus conocimientos en materia de reglamentación con su capacidad de implantación práctica, y prestan apoyo a clientes de la administración pública, la industria, la sanidad y las infraestructuras críticas.

La soberanía digital va más allá de la nube.
El control técnico comienza con el diseño del sistema.

La soberanía digital requiere más que un alojamiento local. Empieza con el control de dispositivos, sistemas operativos y canales de comunicación. CONVOTIS construye arquitecturas de TI que permanecen plenamente operativas, incluso sin plataformas externas. Seguras, resilientes e independientes de los riesgos geopolíticos.

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